Vivimos en un mundo estéril, muerto. Los recursos conocidos fueron utilizados y agotados. Pese a que lo que salta a la vista sea la paradoja ecologista, James Cameron no nos habla de “nuestro mundo” en general, sino de nuestro mundo cinéfilo.
Con un poco más de un siglo encima el cine parecía estar agotado, llegando al punto de ceder mucho del terreno ganado. Las masas desencantadas ya no iban al cine. Incluso los tanques hollywoodenses perdían el mano a mano con los videojuegos, como pasó hace 2 años con Iron man (Jon Favreau, 2008): el hombre de acero debió posponer su estreno una semana al no poder competir con el lanzamiento del GTA4.
La industria cinematográfica tenía que patear el tablero y lograr que la gente vuelva a las salas antes de morir a manos de la piratería y los videojuegos. Su as en la manga era un recurso conocido, ahora perfeccionado, el 3D. Pero como toda innovación en el arte, al principio fue resistido. El 3D era marginado a películas de terror como un lubricante que aumentaba la efectividad y las atracciones del género.
Por eso se recurrió al hombre que tenía el record en taquilla para legitimizar el nuevo cine e intentar volver a las épocas de Titanic (James Cameron, 1997). Un director autoconsciente que conoce tanto las exigencias de la industria como las del arte. Sabe acerca de las posibilidades que brinda el 3D y que puede marcar un antes y un después, como lo hicieron el sonido y el color. Avatar es una nueva versión de El mago de Oz (The Wizard of Oz, Victor Fleming 1939), aquella que inició el traspaso del blanco y negro a un nuevo mundo lleno de colores destellantes. Ni Avatar fue la primera película en 3D, ni El mago de Oz la primera en color, pero ambas oficializaron el traspaso de la nueva tecnología.
Jake Sully (Sam Worthington) sería Dorothy, viajando a este nuevo mundo desconocido. La nave espacial que lo transporta, que gira sobre su eje por la falta de gravedad hace las veces de huracán que nos aleja de Kansas. La entrada a Pandora, esa caída violenta entre las nubes, cita la llegada al mundo de Oz. Los colores lisérgicos y exagerados de ambos mundos de fantasías buscaban diferenciarse y a la vez marcar las nuevas posibilidades técnicas. En el comienzo de la película somos recibidos por el coronel Miles (Stephen Lang) que nos dice “Ya no están en Kansas señoritas”. La asociación se hace explícita.
Jake compartirá la aventura con Norm Spellman (Joel Moore) un científico dispuesto a aprender sobre los Na´vi. Anclado en la teoría no parece tener valor para enfrentarse a las situaciones y siempre avanza detrás de la doctora Grace Agustine (Sigourney Weaver). En la situación decisiva encontrara el valor y rugirá como un león para defender a los suyos. Trudy (Michelle Rodriguez) es la piloto que los escoltara en la aventura. Como todos los militares en Pandora es una mercenaria trabajando para la industria. Pero a pesar de vivir prácticamente dentro de su nave, el frío caparazón de metal no dañara su sensibilidad, ni se comporta como un robot autómata como el resto de los soldados y escuchara su corazón. Por ultimo, la Dra. Grace siempre en busca del conocimiento, lo conseguirá cuando deje su cuerpo y se una a Eiwa. Su cuerpo es frágil pero su mente y espíritu trascienden esa limitación y nos hace recordar al espantapájaros mutilado por las harpías.
Avatar está cargada de cinefilia. Cameron pone de manifiesto la tensión histórica entre el cine comercial y el cine de contenido. Los militares, siempre funcionales a los caprichos de la empresa, representan a los tanques hollywoodenses, dispuestos a arrasar la taquilla a base de explosiones y fuerza bruta. Enormes despliegues de armamento y tecnología parecen bastarles. . El espectador y el protagonista presencian un “discurso militar tranquilizador” apenas arriban a Pandora. Un relato efectivo, corto, bien narrado. Casi un estándar que se repite a sí mismo. Como los tópicos dentro de los distintos géneros cinematográficos. Jake observa desde afuera y lo disfruta, su discapacidad motriz lo aparta de esta acción. Su lugar es el de espectador. La misma discapacidad remite a Jeff (James Stewart) en La ventana indiscreta (Rear Window, Alfred Hitchcock 1954) de otro director autoconsciente que jugó con la posición del espectador dentro del film. Parker Selfridge (Giovanni Ribisi) es el representante de la empresa que extrae las riquezas de Pandora. Su función es similar a la del productor de una película. Se encarga de los recursos utilizados y piensa en las ganancias. Es el responsable de dar y limitar las libertades de los científicos y militares. Se preocupa por la imagen de la compañía como se ve en la escena en donde la Dra. Grace le pide que les permita conectarse una vez más para evitar la masacre de los Na´vi diciéndole que no sería una buena prensa para la compañía. Cameron muestra las complicaciones y peleas que tienen los directores para poder imponer su visión y sus ideas dentro del producto cinematográfico. A la vez, Parker hace hincapié en que si no se hace lo que él dice todo esto no se lograría. Las ganancias financian todo el trabajo realizado y le muestra una pequeña roca negra que vale millones de dólares. Nunca llegamos a saber de qué material es esa piedra por la que llegan a matar, pero podemos pensar que está hecha del mismo material con el que se hacen los sueños. Por último los científicos representarían a la generación de críticos de Cahiers du cinema. Crearon las más influyentes teorías sobre cine como la Dra. Grace la enciclopedia más importante sobre Pandora. También fueron los fundadores de la Nouvelle vague francesa, saliendo de la teoría a la practica para relacionarse activamente con el cine como Grace y Norm con sus Avatares y los Na´vi.
Jake juega a dos puntas. Mientras cumple con su trabajo con los científicos ayuda al propósito de los militares. Jake es Cameron y a la vez una generación de directores de la década del 70. Coppola, Scorsese, De Palma, Carpenter entre otros, que lograron balancear su mirada personal, sus rasgos de autoria con la industria. Avatar recorre los inicios de Cameron. La película es circular. Comienza con el protagonista abriendo los ojos ante una luz azul que lo ilumina. La oscuridad del espacio, el resplandor en su cara, el despertar de un sueño nos habla de una sala de cine, del comienzo de una película y el nacimiento de la conciencia. A lo largo del film aprenderá a manejar un nuevo idioma y recursos a su alrededor. Vera el valor de la tradición oral, recurrirá al mito para convertirse él también en mito. Y en el final, internalizara la luz del comienzo en su nuevo cuerpo azul. Cameron se convertirá en el Avatar. Será uno con el cine.
GJGS
Avatar de James Cameron con Sam Worthington, Zoe Saldana, Sigourney Weaver, Stephen Lang, Michelle Rodriguez, Giovanni Ribisi, Joel Moore. 162´. 2010.