martes, 4 de agosto de 2009

El lejano Hong Kong (segunda nota sobre Exiled).




En Exiled de Johnnie To no hay tierra árida, por lo menos hasta muy avanzada la historia, no hay una planta rodadora, ni hay hombres rudos montados sobre caballos. Sin embargo no hace falta recurrir exactamente a esos elementos para que el western se haga presente en el cine de To.
La secuencia inicial es un gran homenaje al western. Por un lado, dos hombres esperan a su futura víctima que está por llegar, por el otro, dos hombres esperan para defender al hombre que está por llegar. Estos personajes son captados a través de una increíble toma en cenital, mientras caminan lentamente a la espera del duelo. La banda sonora acompaña el momento con una música que nos sitúa en la tensión, en el suspense de la historia, y que recuerda a la gran musicalización de Ennio Morricone.
Cada bando se observa intensamente sin moverse, lo único en movimiento son las miradas inquietantes que analizan la situación. Las cenizas de un cigarro caen, en cámara lenta, al suelo y da lugar a la llegada del cowboy que faltaba. Desciende de su viejo caba… eehh perdón, quise decir camioneta. Se acomoda su sombrero de pescador, como si ocupara el rol del nuevo sheriff del pueblo, para evitar que los molestos rayos del sol le impidan observar a sus oponentes.
Pero falta un elemento esencial del género, y no es porque To se haya olvidado de él. To, al igual que un cauteloso vaquero, no deja pasar nada por alto. Guardo ese elemento para ser utilizado en el momento indicado y dejar atónito a sus adversarios. Es por eso que pasaré a describir el momento que concierno la revelación del elemento faltante, dejando al lector que no ha visto el film con la incertidumbre de no saber que termina sucediendo en el primer enfrentamiento.
La acción pasa a transcurrir en un restaurante donde cinco hombres, dispuestos en cinco mesas diferentes, esperan la indicación para matar a un invitado muy especial. Un jefe de la mafia que a la vez está se encuentra discutiendo con el gran hampa de la mafia en Hong Kong. Cuando la situación llega a su clímax y nuestros hombres son descubiertos, el seguro de las armas es quitado y se comienza a oír el casquillo de las balas rebotando contra la cerámica del suelo. Un humo blanco y espeso salido de las armas, que no se detienen de disparar, no deja ver nada de la acción y el entorno que rodea a los personajes. Es ahí cuando el western comienza hacerse presente otra vez. El elemento faltante era la polvareda del desierto que vuelve al entorno de enfrentamiento muy difuso y los cowboys deben disparar ocultos detrás de rocas, edificios o arbustos. A falta de estos lugares para ocultarse, las mesas dadas vueltas por el caos de la acción, son un buen recurso de defensa.
La niebla de disparos se va disipando o al menos eso es lo que se cree hasta que se vemos que la sangre que brota de los cuerpos cuando se da el encuentro entre las municiones y la carne humana, no aparece como suele verse en pantalla. No emerge a través de chorros gigantescos que deja charcos por doquier. To (re)presenta la sangre como una humareda que los cuerpos suspiran y dejan flotando en el aire. Una polvareda que de un color rojizo/anaranjado que remite a la tierra que vuela en el aire del lejano oeste. To lo hizo otra vez. Su film resulta ser una máquina del tiempo que nos retrotrae a su modo a ese viejo género tan maravilloso y que parece haber sido olvidado hace mucho tiempo atrás.

Nicolás Ponisio.

3 comentarios:

Licantropunk dijo...

No he visto nada de este director pero ya he oído (leído) su nombre en más de una ocasión. Y siempre le ponen bien.
Saludos.

Anónimo dijo...

Hola entrè por cineralia. Buen blog, ya lo voy a ver con màs detenimiento. Los invito al mìo, donde hay cortometrajes independientes. Saludos.

www.sebastianvargas-cine.blogspot.com

Dolphin Riot dijo...

Una de mis peliculas chinas favoritas