sábado, 10 de octubre de 2009

Del deseo y del amor.








El último film de Woody Allen, hasta la fecha, es un viaje de autodescubrimiento y (no) aprendizaje que también puede ser visto como un rito de iniciación malogrado.

Al comienzo de este viaje a España. Vicky (Rebecca Hall) es una mujer con firmes convicciones, decidida sobre lo que desea (terminar sus estudios y casarse con el hombre que ama), mientras que Cristina (Scarlett Johansson) no tiene para nada claro lo que quiere en su vida (tanto en lo laboral como en el amor), ella prefiere buscar y experimentar aventuras sexuales.

Tomando esas características como punto de partida, Allen utiliza el film para desarrollar dos niveles de viajes o iniciaciones. El primero hace recorrer, a los personajes y al espectador la arquitectura y las obras de arte de la cultura española. Cada plano de los lugares visitados y de las protagonistas extranjeras que los visitan, posee una hermosura que refleja la fascinación que siente Allen por ese territorio y la mujer. Al unir las dos cosas el resultado es un éxtasis de belleza.

El segundo nivel es la transformación interior de estas dos jóvenes norteamericanas al conocer a Juan Antonio (Javier Bardem). A través de él, las protagonistas cambian sus roles. Vicky, quien tenía bien en claro su vida amorosa y sus valores, termina teniendo una aventura con Juan Antonio. Situación que desmorona, a partir de allí, su moral y la relación con su novio. En tanto Cristina, quien no buscaba nada formal, acaba teniendo una relación con Juan Antonio y su neurótica ex mujer (Penélope Cruz).

Los roles de las protagonistas que le dan nombre al título del film, se invierten para poder encontrar el amor y otra visión de la vida. En ambos casos fracasan. Se autodescubren como personas totalmente diferentes de lo que creían y a la vez no aprenden nada al volver a sus posiciones iniciales, tirando a la basura toda la experiencia vivida. Las oportunidades que tienen son desechadas ya que a lo largo de la historia no se entregan al amor, ni siquiera pasan cerca de él, sino al deseo. Y el problema reside allí. Porque, como explica el personaje de Bardem, "En todos estos años el mundo no ha aprendido amar".

Nicolás Ponisio.

2 comentarios:

Melibea dijo...

¡Hola, Nico!

Aprender... Yo creo que constantemente aprendemos y nos equivocamos. No sé si el cine sirve para eso, es decir, para comprobar qué poco sabe el ser humano sobre la pasión y el amor. Por otro lado, el amor y lo que le rodea es una fuerza que todo lo impulsa, incluso hace tambalear nuestros cimientos como persona.

No he visto esta peli. La verdad es que Penélope Cruz me parece una pésima actriz que, con los años, ha logrado mitigar su mal hacer. Cada vez que sale en alguna película decido no ir a verla. ¡Y eso que Allen me encanta! Espero que mis prejuicios vayan disipándose en un breve tiempo y así me acercaré a este film.

Un abrazo y gracias por considerarme tu grata seguidora.

Hasta pronto

Melibea dijo...

¡Hola, Nico! Te escribo porque hice una entrada sobre Brokeback Mountain y me gustaría saber tu opinión.

Un saludo