miércoles, 19 de agosto de 2009

El reflejo de una sociedad.



Los policiales negros se caracterizan muchas veces por contar historias que transcurren envueltas en un contexto social o político. En el caso de Huston sucederá en la cultura norteamericana. A través de sus Films intenta insertar su visión acerca del contexto en particular y las consecuencias que trajo consigo.
En Cayo Largo (Key Largo, 1948), adaptación de la obra teatral de Maxwell Anderson, la historia se sitúa al finalizar la Segunda Guerra Mundial.

Frank McCloud (Humphrey Bogart) es un soldado que volviendo a su hogar hace un alto en la isla de Cayo Largo para conocer a la familia de su compañero muerto en batalla. En el hotel regenteado por el padre y la viuda del difunto (Lionel Barrymore y Lauren Bacall) se encontrarán refugiados de una feroz tormenta mientras son acechados por unos gángsters comandados por Johnny Rocco (Edward G. Robinson).
El personaje de Bogart posee una visión negativa del mundo, como suelen tener los personajes principales de Huston. McCloud se mantiene tranquilo y neutral ante los mafiosos. Cuando sea incitado a matar al capo di tutti no hará nada al respecto. “De que vale matarlo si otro Johnny Rocco ocupará su lugar” dice McCloud. El desastre de la guerra y la muerte de su compañero son los causantes de esa visión pesimista que tiene.
A través del personaje de Bogart, Huston transmite al público la negativa y pacífica inquietud que asola a los habitantes de los Estados Unidos de posguerra.
Al mismo tiempo, los personajes de Barrymore y Bacall son utilizados para mostrarle al espectador el fervoroso patriotismo de antaño que es presente de la hipocresía y la corrupción de los gángsters. Éstos pueden también asociarse a los políticos o al comunismo. Esto último se explicita cuando Rocco cuenta como fue echado del país: “Después de haber vivido más de treinta años en Estados Unidos me han llamado extranjero indeseable, a mí, a Johnny Rocco, como si fuera un asqueroso comunista”.
Es así como el espectador puede encontrar en estos personajes símbolos claros de la sociedad estadounidense de ese entonces. El Sr. Temple (Barrymore) simboliza a la vieja generación que cree en un país libre, Nora (Bacall) es la joven generación que busca esperanza en el futuro y Rocco es el claro abuso del poder y la corrupción.
Otro tema social que aparece brevemente en el film es la prohibición de alcohol. Los gángsters mantienen una conversación en la cual hacen presente su creencia acerca que la prohibición volverá pronto. Si esto sucediera prometen estar unidos todos los bandos. Trabajar juntos y no enfrentarse entre ellos como la última vez.
El creer que la prohibición pueda llegar a volver es otro de los factores que hace que McCloud vea al futuro perdido.
Con el transcurso del film el personaje de Bogart encontrará varias razones para recuperar las esperanzas. El optimismo volverá a través del amor de Nora y en el latente patriotismo de ella y su suegro. Así es como el espacio en el que se desarrolla la acción dramática, el Hotel Largo, se convierte en un pequeño reflejo de la sociedad norteamericana con todos sus miedos, traiciones y sueños.

Nicolás Ponisio.

martes, 4 de agosto de 2009

El lejano Hong Kong (segunda nota sobre Exiled).




En Exiled de Johnnie To no hay tierra árida, por lo menos hasta muy avanzada la historia, no hay una planta rodadora, ni hay hombres rudos montados sobre caballos. Sin embargo no hace falta recurrir exactamente a esos elementos para que el western se haga presente en el cine de To.
La secuencia inicial es un gran homenaje al western. Por un lado, dos hombres esperan a su futura víctima que está por llegar, por el otro, dos hombres esperan para defender al hombre que está por llegar. Estos personajes son captados a través de una increíble toma en cenital, mientras caminan lentamente a la espera del duelo. La banda sonora acompaña el momento con una música que nos sitúa en la tensión, en el suspense de la historia, y que recuerda a la gran musicalización de Ennio Morricone.
Cada bando se observa intensamente sin moverse, lo único en movimiento son las miradas inquietantes que analizan la situación. Las cenizas de un cigarro caen, en cámara lenta, al suelo y da lugar a la llegada del cowboy que faltaba. Desciende de su viejo caba… eehh perdón, quise decir camioneta. Se acomoda su sombrero de pescador, como si ocupara el rol del nuevo sheriff del pueblo, para evitar que los molestos rayos del sol le impidan observar a sus oponentes.
Pero falta un elemento esencial del género, y no es porque To se haya olvidado de él. To, al igual que un cauteloso vaquero, no deja pasar nada por alto. Guardo ese elemento para ser utilizado en el momento indicado y dejar atónito a sus adversarios. Es por eso que pasaré a describir el momento que concierno la revelación del elemento faltante, dejando al lector que no ha visto el film con la incertidumbre de no saber que termina sucediendo en el primer enfrentamiento.
La acción pasa a transcurrir en un restaurante donde cinco hombres, dispuestos en cinco mesas diferentes, esperan la indicación para matar a un invitado muy especial. Un jefe de la mafia que a la vez está se encuentra discutiendo con el gran hampa de la mafia en Hong Kong. Cuando la situación llega a su clímax y nuestros hombres son descubiertos, el seguro de las armas es quitado y se comienza a oír el casquillo de las balas rebotando contra la cerámica del suelo. Un humo blanco y espeso salido de las armas, que no se detienen de disparar, no deja ver nada de la acción y el entorno que rodea a los personajes. Es ahí cuando el western comienza hacerse presente otra vez. El elemento faltante era la polvareda del desierto que vuelve al entorno de enfrentamiento muy difuso y los cowboys deben disparar ocultos detrás de rocas, edificios o arbustos. A falta de estos lugares para ocultarse, las mesas dadas vueltas por el caos de la acción, son un buen recurso de defensa.
La niebla de disparos se va disipando o al menos eso es lo que se cree hasta que se vemos que la sangre que brota de los cuerpos cuando se da el encuentro entre las municiones y la carne humana, no aparece como suele verse en pantalla. No emerge a través de chorros gigantescos que deja charcos por doquier. To (re)presenta la sangre como una humareda que los cuerpos suspiran y dejan flotando en el aire. Una polvareda que de un color rojizo/anaranjado que remite a la tierra que vuela en el aire del lejano oeste. To lo hizo otra vez. Su film resulta ser una máquina del tiempo que nos retrotrae a su modo a ese viejo género tan maravilloso y que parece haber sido olvidado hace mucho tiempo atrás.

Nicolás Ponisio.