miércoles, 4 de noviembre de 2009

Documental: Artavazd Pelechian

Montando Ideas

Tal como lo hizo Vertov en El hombre de la cámara, Pelechian fuerza mediante el montaje la retórica de las imágenes. Disocia la narración con diferentes recursos entre los cuales se encuentra el montaje, la aceleración de las imágenes y el sonido agregado, cuasi operístico. “El corte, el pegado, la unión, el salto. Tales colisiones, tales substituciones o tales asociaciones de planos hechas en la mesa de montaje primero y en la pantalla mental del espectador después fabrican mejor que durante el rodaje, los efectos de ruptura o de irrupción.”[1]

Pelechian trabaja principalmente con el montaje. La prioridad no está en la puesta en escena. El director trabaja en sus documentales con material encontrado, Found footage, o sea imágenes recicladas, que toman un nuevo sentido al ser montadas (o re-montadas). Siendo el montaje una operación mental, la misma puede ser reversible, borrable o reinscribible. Lo indispensable se vuelve relativo y da lugar a lo aleatorio e incluso al juego. Se aceleran las imágenes con música de circense, remontando al comienzo del cine y sus raíces de feria. Pelechian juega con el cinematógrafo y sus posibilidades, revisando la esencia misma del cine. End of the Century, a diferencia de otros documentales del director, posee material propio. Material generado por el mismo Pelechian. Las escenas en cuestión son las que muestran a los cosmonautas soviéticos siendo recibidos y aclamados por la multitud luego de su travesía espacial. El cine no puede despegarse de la posición política. Queriendo evitar la política o tomando partida de la misma, el cine siempre roza el pensamiento político ya que es un espectáculo de masas. En End of the Century se muestra a una URSS activa, potente y próspera. Las imágenes del pueblo festejando el regreso de sus héroes, intercalado con las imponentes imágenes de los cohetes soviéticos, las gigantescas maquinarias que los contienen y el funcionamiento colectivo de los científicos que lo regulan. La fascinación mecánica y sincronización demuestra una conjunción sublime entre el hombre y la máquina. Esa conjunción en la que el hombre extiende sus posibilidades con extensiones mecánicas. Para alcanzar los cielos o capturar la luz. Las grandilocuentes naves espaciales funcionan como metáforas de un cine que evoluciona técnica e industrialmente de manera descomunal.


[1] El porvenir del hombre, (en torno al hombre de la cámara) Trafic Nº 15- 1995


Germán J. González Sosa