viernes, 12 de febrero de 2010

Birth of the Myth

Un águila imperial. Un cielo. Una placa negra nos muestra intertítulos que dicen: “5 de septiembre de 1934, 20 años después del inicio de la guerra mundial, 16 años después del inicio del sufrimiento de Alemania, 19 meses después del comienzo del renacer Alemán, Adolf Hitler vuela de nuevo a Nuremberg para pasar revista a sus fieles seguidores.” Una película para el führer por el führer y dirigida por Leni Riefenstahl. El conteo de días, meses, años traen una carga emotiva muy fuerte en el comienzo del film. No transcurrieron cinco minutos de película y ya esta planteada la asociación explicita de Hitler como el Mesías que desciende a la tierra a devolverle el alma al pueblo Alemán. La ansiedad generada por el discurso inicial se funde con el cielo de Nuremberg. Un plano desde el interior del avión donde viaja el führer permite ver la inmensidad de un cielo inabarcable. La ansiedad se pierde en el espacio al igual que se pierde la visión en la profundidad del plano. El poder de este caudillo Alemán abarca todo el cielo. Se convierte en el águila imperial surcando las nubes. Un águila de acero y fuego. El avión que transporta al führer simboliza un ave hecha de acero, que toma vida gracias al fuego que tiene en su vientre. Fuego nacido de las explosiones de su motor. Motor que fuerza los engranes y la maquinaria del mismo para lograr el bien mayor que lo haga elevarse de la tierra. Contemplarlo y abarcarlo todo.



El símbolo de águila de acero y fuego, conjunción de naturaleza y tecnología se refuerza, en escenas cuasi rituales en donde miles de estatuillas portadas por los participantes de la ceremonia se funden entre la niebla mística y las antorchas encendidas en la noche de Nuremberg. Hitler se funde entre los estandartes del partido y de la simbología imperial, como supo fundir y unificar su imagen con la del estado Alemán. Dicha asociación mental es lograda por Leni con un atractivo trabajo de montaje que refuerza la intensidad de las imágenes. Podemos ver en una de los actos que realizo Hitler en los 7 días de la celebración del partido como jóvenes de todas partes de Alemania se presentan, citando sus lugares de origen. Las imágenes empiezan a pasar cada vez más rápido, saltando de persona en persona. La aceleración de las mismas llega al éxtasis cuando la cámara enfoca al führer en contrapicado dando su discurso, hablando justamente de la movilización que provoca la fe en el partido. Como gente de todas partes de Alemania se reúne para glorificar a Hitler. Las imágenes y los procedimientos cinematográficos están en función de reforzar el discurso del líder, y ensalzar su imagen. La gente hace procesión desde todas partes como si siguieran a un santo que fuera a sanar sus heridas abiertas. El acto político toma la densidad de ritual pagano.
La puesta en escena toma un papel fundamental en lo implícito. Desde la disposición misma de las personas dentro del cuadro se da a entender una escala jerárquica que no puede violarse. A poco de descender del avión y luego de ser recibido por una multitud orgiástica que clama por él, Hitler es trasladado hacia su destino. En el transcurso vemos como mediante un habilidoso manejo de la cámara, Leni puede generar varios encuadres en un mismo plano. En la parte inferior derecha ocupando hasta la mitad de la pantalla vemos a la gente de espaldas amontonada y contenida vitoreando al führer. La gente queda encerrada en una esquina de la pantalla. Por sobre la gente vemos al ejercito formado en línea de contención, bordeando al público detrás de la vallas. Verticalmente superan apenas la mitad de la pantalla y forman una especie de escalón en el cual se encuentran por encima de la gente. Y englobando todo y a todos aparece la imagen del führer contrastando con un fondo blanco y en el centro de la pantalla. Se encuentra en el escalón más alto, formado por estos encuadres. No solo eso, sino que en su parte del marco donde encierra tanto a los militares como a su vez al pueblo (ya encerrado por los militares) no hay nadie más. Ese halo permanece puro y virgen para el führer. Así Leni instala subconscientemente a través de imágenes la escala jerárquica y de poder que establece el régimen Nacional socialista. La raza aria por sobre el resto. El völk que se entrega al estado, los militares que imponen el orden y controlan al völk y Hitler por sobre todos. El juez supremo del pueblo Alemán. Así se definía él y así se referían a él Rudolf Hess y otros participantes de las reuniones en sus discursos.



Los encuadres son muy trabajados por Riefenstahl. La cámara siempre alejada intenta abarcar la inmensidad con profundidad de campo. La profundidad esta vez a diferencia del plano del comienzo, no se pierde en la inmensidad sino que se ve atraída a un punto magnético en el centro de l pantalla. Es la fuerza gravitatoria del führer que como un agujero negro no deja escapar la luz. La absorbe y la pierde en su figura. La arquitectura repleta de columnas y las largas filas de hombres alineados confluyen al escenario donde se despliega y expande la carismática imagen. A su vez la multitud queda oprimida dentro del cuadro por las banderas y estandartes Nazis y el führer. No hay escapatoria de su atracción. Curiosamente parecería una contradicción entre la imagen mesiánica, de libertador caído de los cielos. A los encuadres asfixiantes se le suma un plano en donde la cámara se detiene en una estatua de campesino Alemán con dos cantaros de agua que fluye pero enrejado. La constante repetición genera la idea de extrema contención e irrupción del estado y por ende el führer. Un führer que pretende contener y proteger al pueblo de las fuerzas destructoras de la naturaleza. De nuevo el hierro, metáfora de la industria, esta vez a favor de las personas. Ese plano en el cual Riefenstahl se detiene quiere mostrar la conjunción entre naturaleza y tecnología. La forma, el orden impuesto a lo más incontrolable. Todo parece ser armónico baja el ala del führer. La tecnología, la técnica dominada, vuelve productiva toda fuerza natural. Al igual que los films de alpinismo realizados por Leni, como La luz azul o Tierras bajas. Otra vez la cámara, por ende la mirada queda fascinada con ese poder inabarcable,representado por Hitler. La contemplación de la juventud Hitleriana, de la unión de trabajadores, de la SS y SA, coinciden con la mirada contemplativa de Junta ante la luz azul en la cima de la montaña o de Martha con el poderoso Don Sebastian. Leni filma El triunfo de la voluntad como si fuera una película de ciencia ficción. Leni en realidad filma la mayoría de sus películas con un aire místico, fantasioso y con aires de mito. El triunfo... se aleja de todo realismo cubriendo las imágenes con una niebla mística. Niebla producida por un humo sagrada que proviene de las enormes fogatas que se asemejan a rituales bárbaros. Los discursos de Goebbels y otros participantes se entrelazan con fundidos encadenados unificados por la niebla. El fuego, el humo, los altos jerarcas del partido como sacerdotes de una misa pagana se funden gracias al humo con los estandartes del partido nacional socialista. El ruido de tambores marca el ritmo del montaje y el film se aleja de su idea documental y se vuelve un film épico. La arquitectura de Speer, y los planos de Leni pueden compararse con la secuencia final de Conan el bárbaro (1982) de John Milius.







Tierras bajas, de 1954 muestra símiles significaciones que el documental de 1935. Pedro es un joven montañés que vive en las altas cumbres cuidando un ganado de ovejas. Cuida a su rebaño de todo tipo de peligro. El fuerte y carismático joven mata a un lobo que amenazó a sus corderos. La forma en que es retratado Pedro por la cámara coincide con los planos en que era retratado Hitler por Leni. La figura trascendía la pantalla. La poseían por completa. En Tierras bajas, Leni mostraba en contrapicado la prepotencia de la montaña irrumpiendo en los cielos. Luego mostraba a Pedro subiendo la montaña y la cámara no alcanza a abarcar todo su cuerpo, magnificando su figura Pedro también mira desde las alturas a su ganado y a las tierras bajas como Hitler cuando miraba a su imperio.



Y como en El triunfo... ambos bajan desde las alturas, desde los cielos dando la misma sensación de poder. En la escena de la muerte de Don Sebastian a manos de Pedro, este es reconocido como héroe por los granjeros y sacan sus sombreros para homenajearlo. Pedro los libró de un tirano que los tenía trabajando sin importarle su condición para satisfacer su ambición. Don Sebastian encarnaría los valores sionistas que denuncia el Reich. El capitalismo ambicioso que evita el crecimiento del pueblo y lo condena a la miseria.
Uno de los fuertes en los films de Leni Riefenstahl es el uso de la fotografía. En los films de alpinismo, los encuadres de Leni mostraban la influencia del pintor Fredrick Caspar. Sus pinturas mostraban al hombre contemplando la naturaleza. Mostraban paisajes no pervertidos por la civilización y mezclaba la naturaleza con la religiosidad. En El triunfo de la voluntad la fotografía resalta la estética de la SS con respecto a la de la SA. “Los uniformes sugieren comunidad, orden, identidad (por medio de grados, insignias, medallas, cosas que declaran quién es su portador, y qué ha hecho: su valor queda así reconocido), competencia, autoridad legítima, el ejercicio legitimado de la violencia… Los uniformes de los SS eran elegantes, bien cortados, con un toque de excentricidad”. Sus uniformes eran apretados y rígidos por eso obligaban al portador a mantenerse derecho. Los SS fueron creados para ser una fuerza de elite militar supremamente violenta y hermosa. Eran el ejército personal de Hitler y por eso debían impactar desde la imagen misma que brindaban. Su apariencia era dramática y amenazadora. Poseían gran variedad de insignias y condecoraciones que distinguían los distintos grados. Leni tomo tanta dedicación en filmar a los SS como a Hitler. Ellos eran la fuerza con la que se hacia sentir los deseos del führer y en cierta forma su afirmación. En los planos en donde se retrataba a los SS y no compartían campo con el führer, eran filmados en contrapicado. Para magnificar su poderío y a la vez el de Hitler, Leni hace una toma al ras del suelo. Entre medio de las filas de los SS la cámara se sitúa al lado de las botas de los soldados. No puede verse más que la cintura de los mismos. Agiganta sus figuras, mientras que la mirada de la cámara parece insegura y disminuida. En profundidad de campo vemos en el pedestal al führer elevado por sobre la altura de las cabezas de los soldados. La división de castas se respeta en cada encuadre que Leni realiza. Leni aprovecha la belleza sobresaliente de los uniformes de los SS para jugar con la composición coreográfica de los planos. En la reunión en que participa la RAD se hace una toma en picado de la multitud que concurrió. Vemos como de manera coreográfica van entrando los soldados de la SS y ocupan su posición. Comienzan a mezclarse entre medio de las filas de los SA en zig zag. El plano toma las filas desde una posición oblicua con respecto a las filas. Al terminar de posicionarse puede distinguirse que las filas de los SS de uniforme negro forman, al contrastar con los uniformes más claros de los SA, dos finas “eses”. Lo único que faltaba integrar era la tradición. En uno de los actos Hitler se junta con los agricultores, quienes aparecen con sus atuendos de ceremonias tradicionales. Ese mismo día marcharon “el servicio de obreros del Reich”. Todos desfilaban frente al führer mientras hacían el tradicional Heil Hitler. El saludo era de vuelto por el líder quien miraba alegremente pasar la caravana. Cuando Hitler devuelve el saludo una cámara lo toma haciendo un primer plano de su mano mostrando a la gente en profundidad de campo. Puede verse como una mano gigante cubre toda la pantalla y a los personajes bajo ella. El führer tenía bajo su mano, bajo su poder, a la clase obrera y a la clase agricultora. Hitler controlaba al pueblo y su tradición.





Der Herscher (1937, Veit Harlan) repite muchos de los tópicos trabajados por Leni pero aplicados a un melodrama. Herr Clausen es el presidente de una industria muy querido y respetado por sus empelados. Su función no es la de enriquecerse sino trabajar para el bien de la comunidad. La imagen del protagonista, se liga a la imagen del führer. Ambos son auto-sacrificados. Incluso Her Clausen es vitoreado por la masa de obreros de su empresa como lo es Hitler luego del aterrizaje en Nuremberg. Los obreros lo llaman “mi führer” y lo saludan levantando su brazo derecho gritando seig heil. Desde el discurso reivindica la idea de líder carismático. “Quien nació para ser líder, no necesita más que su propio genio” dice.
Dentro de la fábrica, donde Herr Clausen escapa luego de querer ser internado en un Asylum por sus familiares, pasea entre acero y fuego. Vemos una maquinaria golpeando fuertemente mientras saltan chispas de hierros al rojo vivo. La imagen se asemeja al forjamiento de armas y al trabajo de los herreros de los dioses nórdicos. La tradición se mezcla con la modernidad y las nuevas técnicas. En De Herrscher el humo, el fuego y el acero son símbolos que mezclan el ritual místico con la tecnología y el progreso, al igual que en El triunfo de la voluntad. Así entonces tanto el cine de propaganda de Riefenstahl, como los films de ficción prepararon mentalmente al völk para una movilización total para la guerra. Con la finalidad del progreso de la raza, del estado preparaba al pueblo para responder a su nación, y a Hitler.



1 Cultural history through a nacional socialista lens, Robert C. Reimer
2 Bajo el signo de saturn, Fascinante Fascismo Susan Sontag