lunes, 13 de julio de 2009

Film ist


(también sobre Film ist de Gustav Deutsch)

por ignaiza

Decir algo sobre una película hecha de fragmentos unas semanas después de haberla visto es como contar un sueño que alguna vez me contaron. Obviamente lo único que me queda son algunas imágenes sueltas, a veces mezcladas con el ámbito en el que las ví, y algún recuerdo de lo que pensé en ese momento. A esas sensaciones se le suman algunos miedos, como el de no entender, el de saber que no se debe entender, el de suponer que no se entiende lo que no se debe entender, el de que todos estos pensamientos me impidan ver o pensar algo. Ese miedo a pensar demasiado se une con las ansias naturales a buscar sentidos, direcciones, intenciones, ideas y, quizás, ideologías.

En el medio de todo eso estuvieron las imágenes y están ahora los recuerdos de las imágenes. O sea, algunos animales en cámara lenta, respirando, saltando o corriendo. Escenas, un tanto siniestras, de visitas al médico en alguna época que no es esta. Un auto estrellándose contra una pared para realizar un experimento. Música electrónica o ruidosa. Más cámaras lentas con cosas que se rompen.

Parecería bastante poco. Eso se debe a que es bastante poco. No parece suficiente para armar el recuerdo de una película, posiblemente por lo que mi cabeza espera como recuerdo de una película. Está claro que no hay un argumento por reconstruir, pero también es difícil abandonarse a un disfrute absolutamente plástico porque lo que vemos es fácilmente reconocible en el mundo, es difícil sacarle sentido, una visita al médico es una visita al médico. En los movimientos en cámara lenta sí podemos encontrar algo que no está en el mundo tangible, pero es algo que está en nuestra cotidianeidad: la cámara lenta ya no es una imagen pregnante o misteriosa en sí. Sin embargo tiene esa característica de hacernos creer que nos estamos asomando a la revelación de un misterio: cómo realmente vuela un ave, qué pasa realmente cuando choca un auto. Puede ser que el film tenga algo de esa visión curiosa, algo de asomarse a diferentes realidades inesperadas con visiones inesperadas.

Esta hipótesis se cae ante las imágenes menos pregnantes. Pero queda en pie la palabra “inesperado”. La cuestión parece pasar por el contexto en el que las cosas se muestran, son imágenes inesperadas para un film que podemos llamar de ficción o, al menos, no documental ni informativo. Aparece algo donde debería haber otra cosa (o nada) y es el mismo hecho de mostrarlo ahí lo que lo autoriza a estar ahí. Para los que no nos imaginaríamos una película hecha de estos recortes, el hecho de verla la hace imaginable. Casi como cuando alguien dice una buena idea y uno siente que ya lo había pensado pero no había terminado de armarlo en su cabeza. Film ist le agrega a la realidad la posibilidad de una película hecha de pedazos inesperados como punto de partida para, por ejemplo, un texto en un lugar donde no había nada que decir.

domingo, 12 de julio de 2009

Principios y finales

(también sobre "Mechanicals Principles" Ralph Steiner 1930 )

por ignaiza

La ilusión del cine clásico es la de un mundo cerrado, donde todo está para algo y donde todo tiene sentido o finalidad. La ilusión de un mundo completo y con sentido. Se supone que el cine experimental es lo opuesto, que esa satisfacción obsesiva es imposible de encontrar de ese lado. Y sin embargo aparecieron estos Mechanical Principles, conjunto de pequeñas perfecciones hipnóticas que siempre funcionan, que nunca te dejan de a pie. La satisfacción del movimiento continuo, del engranaje que parece que no va a llegar a tiempo a movilizar la rueda pero siempre lo hace, de la transferencia de la fuerza del perno al tornillo, de eje a la barra y de ahí al cigüeñal o cómo sea que se llamen todos esos pedazos de metal inaccesibles. Una vez hipnotizados por el funcionamiento continuo y la efectividad infalible suceden un par de cosas más. Si uno está suficientemente distraído y concentrado, esas barras y manivelas parecen, por momentos, tener su propia vida, desligarse de cualquier fuente de poder y poseer casi una animalidad, una interacción nacida de una voluntad autónoma. Ese orden perfecto amenaza por momento con convertirse en un orden más complejo. Posiblemente más perfecto pero también más arbitrario o más caótico, o simplemente lo suficientemente secreto para simular errores. Dicho de otra manera, esas imágenes amenazan con volverse vida, así como el perfecto orden de los átomos se vuelve cuerpo, color, deseo insatisfecho, sexo, revoluciones, lenguaje, asfalto, macroeconomía, preguntas por el ser y mi recuerdo de Ingrid Bergman

martes, 7 de julio de 2009

Los placeres de la decadencia

¿Pueden unas flores en descomposición seguir manteniendo la belleza adquirida en su cenit de florecimiento? A primera vista no e incluso resultaría chocante y desagradable principalmente en el punto donde deja en evidencia la primavera perdida, la ausencia de frescura. Flaming Creatures es una impresión visual chocante, de una aristocracia en decadencia, desnaturalizada y parodiada mediante una representación de lo grotesco. Sexualidades confusas e invertidas repiten un riguroso protocolo de producción personal. Rouge, vestidos de fiesta y genitales masculinos ubicados cuidadosamente en el encuadre. El film oscila entre la quietud pictórica y el caos de la cámara. Está comienza a moverse junto con los personajes. La cámara pierde el control, como el film el sentido. La luz juega con la desorientación y las imágenes se vuelven abstractas. Entre luces, sombras, objetos apenas distinguibles y flores se ve una violación. La cámara participa, se acerca, destruye la perspectiva. Solo vemos partes del cuerpo, extremidades enredadas entre sí. Lo cruento, lo desagradable se estetiza. Se vuelve aceptable, al perder la forma, al no intentar ser real ni tener un sentido. Después, muerte, una vamp y sexo. La película de J. Smith carece de un argumento pero responde a pulsiones básicas. La pasión, la locura, el sexo como su más simple expresión “solo sexo” son carencias. Carencias de orden moral, de razón y de sentimientos. Carencias de dirección, de sentido, de orientación tal como nos muestra el film. Entonces ¿el film es bello porque remite a todo eso que no tiene? No, el film construye su propia belleza resignificando sus imágenes. Es la belleza de lo perverso, de lo sádico. El film logra disfrutar con la carencia, con el desarraigo del sentido y le da una posibilidad al espectador de gozar aunque sea por 50 minutos de esa belleza que en la vida personal y publica, se priva.



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