miércoles, 24 de septiembre de 2008

Mirarán a la que traspasaron

Leonera, de Pablo Trapero.

Desde que comienzan los títulos, Leonera va anunciando con líneas blancas sobre negro, la carencia de absolutos: no existe algo totalmente malo, no hay nada totalmente bueno.

Julia despierta como un personaje kafkiano: en medio del entuerto. Es una cucaracha que poco a poco va teniendo consciencia de lo que es, en lo que se ha convertido, y finalmente, de lo que será más adelante. Una mañana Julia despierta y luego del shock, reconoce los cuerpos ensangrentados de los dos hombres con los cuales tenía un confuso triángulo amoroso. Pero el film no trata sobre el crimen, ni sobre la naturaleza de esta relación extraña. Julia irá a prisión preventiva, y allí se nos descubre que está embarazada. Allí también se define su estadía en la cárcel, permitiéndonos entrar en ese universo paralelo de vidas mezcladas. Pero el film tampoco es exactamente mostrar esta vida. Julia tiene a su hijo, y al volver del hospital se le anuncia que podrá conservarlo con ella hasta los 4 años de edad y ahí se decidirá la suerte del nene: irá con algún familiar cercano, o un tribunal de menores se hará cargo. Pero el film tampoco es sobre la suerte de su hijo. Ramiro, quien sobrevive y también va a prisión preventiva hasta esclarecer los hechos, se conmueve al conocer a Tomás, hijo de Julia. Con el tiempo le propondrá a Julia cambiar la versión de su declaración para salir de la cárcel, y seguir una relación juntos, ahora incluyendo a Tomás. Leonera tampoco ahonda sobre este tema.

En la cárcel se definen dos personajes más: Sofía, madre de Julia, quien vivía en París y regresa al país para estar cerca, y ayudar –muy a su modo- a su hija, con quien tiene una relación quebrada y difícil. Pero la relación madre-hija tampoco es el tema del que trata Leonera. La siguiente mujer que entra en la vida de la protagonista, es Marta, compañera de la sección para embarazadas de la cárcel. Marta será a veces madre para Julia, otras será amiga, a veces jefa y dominante, dueña de la situación. A veces comprensiva, cariñosa, dadora de lo necesario. Pero Leonera no abordará este tema ni irá más allá.

Por último, nos encontramos a Tomás. Tomás el bebé difícil. Tomás el que enternece a las celadoras de la cárcel. La reja como parte del juego. Tomás adueñándose humilde pero constante, de la Julia que todos conocimos y que vamos a conocer: esa que será capaz de comerse una semana de calabozo para pelear por su hijo. Esa que no soporta más y se escapa con plan perfecto. Aún siendo esta la conclusión de la historia, el film tampoco trata sobre su cambio de mujer confundida, a guerrera indiscutible. Seremos testigos de este cambio paso a paso a través de esos años. Sin embargo, aún no somos capaces de asirlo todo. De esto va la película. No somos capaces de abarcarlo todo.

Leonera define la importancia de los límites: los límites de la persona razonable y la que se enloquece al punto de no saber quien mató a quien. Límites que se hacen a través de reglas: las de la cárcel en cuanto a disciplina y la de las internas en cuando a las redes y estatus de ese submundo. Los límites impuestos por las leyes que regirán su vida y la de Tomás. Los límites que transgrede Sofía al volver, y luego al quitarle su hijo. Ramiro que la abraza aunque ella no quiera. La difícil línea entre la verdad y la mentira, entre Ramiro y ella.

Marta que intenta acceder a Julia una y mil veces hasta que lo consigue. Las presas poniéndose en riesgo armando un motín para que Julia recupere a su hijo. Todas las relaciones que pugnan entre sí, y sacan y socavan de Julia lo que ya no posee.

El único ser que no transgrede es Tomás. No pide, no demanda, no condena. Es la fuerza de la leona. Aquel ser por el cual la cazadora mata para dar de comer a su cría. Por Tomás, Julia peleará y será capaz de trasgredir límites que siempre traspasaron sobre ella sin misericordia. Será capaz también de aprender a valerse de ella misma.

He aquí que la vemos cruzando un límite que nosotros no atravesamos. Todo el tiempo estuvimos sobre ella, ocupando su espacio físico personal. Agrediendo su naturaleza humana, su intimidad, su aire. No pudimos apreciarlo todo, por estar encima de todo. El encuadre siempre cerca, la falta de establecimiento de posiciones, la carencia de amplitud en la vista, la falta de detalles, nos dejaban limitados para entender la complejidad de toda la situación, revelando lo limitados que somos para encontrar la verdad. Mostrando que sólo vemos la realidad por partes. La parte que nos toca. Sólo cuando Julia es capaz de atravesar y pasar por encima del primer límite, deja de ser marioneta de todos para reclamar su humanidad. Es que Tomás hace crecer a Julia, y la transforma en ese ser humano completo, ni bueno ni malo, ni blanco ni negro. El niño en el mundo y el mundo en su cabeza. Había que mirar a través de sus ojos.

3 comentarios:

Sole Lila dijo...

Muy buena crítica Sikanda. Me gustó sobre todo de la mitad hacia el final, cuando se hace mención del encierro del personaje y sus límites.
Saludos!!

BUDOKAN dijo...

Si bien no la he visto aún creo que esta nota es una buena aproximación para definir la puesta en escena de Trapero.

ignaiza dijo...

"Es que Tomás hace crecer a Julia, y la transforma en ese ser humano completo, ni bueno ni malo". Estoy totalmente de acuerdo. Me gustó la nota. Me parece interesante discutir si Julia lucha por Tomás o solo lucha por quedarse con él. Lo bueno es que la peli no juzga está acción. Sí me parece que esta decisión tan fuerte de Julia, tener un objetivo tan claro, es lo que la transforma en "un ser humano completo"