jueves, 25 de septiembre de 2008

Recuerdos de un festival: Woodstock con acento Inglés (Palpitando el próximo Mar del Plata Film Fest)


Por Murciélagasonica

La elección de las películas a ver en un festival de cine tiene que ser minuciosa, pero es imposible no comerse un par de bodrios. Hay que tener en claro que una errada elección al principio podría provocar un desencantamiento inconsciente con el resto del evento. Una película inerte como bienvenida, desmotiva al espectador, que tiene un largo y esperado trecho por transitar.
Éste año la abstinencia por el traslado del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata a noviembre, hizo que el BAFICI sea especial, ya que a la mayoría nos encontró frescos como una lechuga para leer reseñas, ansiosos por marcar películas y no tan desanimados para hacer las largas colas.
En mi caso fuí en noviembre del año pasado al MARCIFI, un símil festival pero más cutre y relajado, con salas improvisadas con sillas de jardín, - esas de plástico -, donde vi grandes películas del Sr. Lech Kowalsky, documentalista under de punk, rock, y algunas cosas más.
Algo que no pasa en el MARFICI pero sí, y cada vez más, en el BAFICI son las salas atestadas de gente, sobre todo en el complejo Hoyts del abasto donde son habituales las películas agotadas. Por eso, y desde hace tres años, el Atlas Santa Fe es mi cine fetiche, por lo general se consiguen entradas y el ambiente es mucho más tranquilo.
En mi status emocional, el momento de más tensión es la realización del fixture, arduo trabajo de logística, donde el tiempo es el factor conflicto. Éste año, la programación estuvo a mi favor para elegir la película que arrancaría mi festival: la reseña, el horario y el cine hicieron que Glastonbury sea la nominada, y por suerte no defraudó.
Casualmente es un documental de un festival, pero no de cine, sino de rock. Una especie de Woodstock ingles, con la marcada diferencia de ser precisamente ingles. Julien Temple es el director, del cual se proyectaron dos películas más, The Firth and The Fury – película dedicada a Sex Pistols– y Joe Strummer: The Future is Unwritten, dedicada al cantante de The Clash.
Pero Glastonbury, a diferencia de las antes mencionadas o de cualquier documental de Kowalsky, es otra cosa: el protagonista es el público, no las bandas. Temple recopiló imágenes de más de tres décadas y las unió creando un documental que se focaliza en la transformación social y política de Inglaterra a través de un festival, donde las vanguardias rockeras quedaron manifestadas a través de los años.
Como hilo conductor, una road interview con el creador del mismo, Michael Eavis. De fondo performances, la mayoría incompletas, de bandas cuya diversidad es coherente para evidenciar las diferentes épocas. Desde un Bowie Folk hasta un Bowie electrónico, pasando por todos los géneros y la diversidad que estos traen consigo.
El montaje es el principal logro. Así Temple, para confrontar generaciones, impuso a los recitales un público alternativo, sin respetar cronología alguna, logrando una coherente no correspondencia ficcional. Por ejemplo, un desquiciado Prodigy en el escenario, contrasta con un público hippie en su máximo esplendor, bailando abrazados por el sol, rodeados de flores y con movimientos de placer casi diabólicos, que justamente coinciden con los golpes electrónicos de la banda en cuestión. Con esto logra un impacto visual y auditivo efectivo a los fines analíticos y nostálgicos. ¿Cuántos de esos niños que bailaban desnudos junto a sus padres en los setenta se pueden encontrar en los noventa con botellas de agua mineral agitando con Primal Scream? Yo creo que todos. Pero más allá de esta conjetura, la realidad es que el rock no tiene un público único, que cualquier Hippie de los setenta puede agitar con Prodigy, pero esta agitación tiene una implicancia directamente proporcional con su correspondiente época, inevitable. Ahora los recitales son prácticamente masas de gente aplastadas contra una valla, antes eran grupos que se desparramaban libres por el lugar. Ahora la gente salta desquiciada, antes la gente bailaba, también desquiciada.
Hay una paradoja social y política significativa. En los 70 la policía actuaba de forma represiva contra “jóvenes insolentes” que lo único que querían era revolución. Ahora, los policías devinieron en patovicas dedicados únicamente a cuidar las inmediaciones del festival, para que cada ciudadano abone la correspondiente y excesiva entrada. Antes la gente asistía al festival para huir de la censura buscando un lugar donde explotar su necesidad de libertad; el festival era un símbolo político en la lucha contra la represión. En la actualidad el festival se despolitizó. El único objetivo de la gente es la diversión, relegando “la lucha contra el sistema” a colarse en el festival.
Por la pantalla pasaron 35 años de rock, desde el hippismo y los ácidos hasta el electrónico y las pastillas - aunque claro, el creador del festival aclara que esta en desacuerdo con el uso de drogas… en fin….– De los sonidos lisérgicos hasta los sonidos electrificados, desde la improvisación hasta la precisión reconocible.
El recuerdo fue placentero. Un BAFICI con un buen puntapié inicial. Ahora solo resta afilar lapiceras para este 7 de noviembre, para que la primera película a visionar sea tan placentera como Glastonbury. Ya falta poco…..

6 comentarios:

François Dillinger dijo...

Que buena nota!!!. M gustó mucho como lograste plasmar lo que significaba asistir a un festival antes (aunque yo no lo vivi) y lo q es ahora.
Muy bueno.
Saludos

undisparoalcine dijo...

¿Cuantos de esos niños que bailaban desnudos junto a sus padres en los setenta se pueden encontrar en los noventa con botellas de agua mineral agitando con Primal Scream? Yo creo que a todos.
jaja eso me causo risa, ahora como detallaste lo de los festivales no se hace q me den ganas de ver el documental parte el mejor rock es el ingles...
viste woodstock ??
yo lo tengo esta medio rayeti pero te lo puedo prestar.

un beso y nos vemos segui asi
MArquitOS

BUDOKAN dijo...

Muy grato este recorrido cinefilomusical que evidencia(confirmo por experiencia propia) que lo mejor de los festivales son las secciones musicales y las retrospectivas. Siempre es grato disfrutar de Bowie, sea la etapa que fuere.
PD: Recomiendo escuchar el disco mencionado por la srta Murielaga "The Future is unwritten" pues allí se encuentra todo el espíritu musical que inspiró a una de las mejores bandas del siglo xx como fueron los clash.

ignaiza dijo...

el que escribió esto debería pedir perdón

Sole Lila dijo...

Uh si.. me olvidé de mi palabra clave...

Perdón perdón...

Anónimo dijo...

Muy buena nota!! Es genial el enganche: comienzo festivalero estresante- primera película determinante - festival de música que une (o no) generaciones - análisis de la película y festivales - análisis público - relajo de ver una buena primera película (y escuchar buena música).
Acaso te faltó algo?!?!?!? Felicitaciones, es genial!